Día 8

Montemorelos

María Siempre Virgen

Día 8 Montemorelos

La Madre de Dios conservó plena y perdurablemente su Virginidad. Es decir, fue Virgen antes del parto, en el parto y perpetuamente, después del parto. La Iglesia afirma este dogma desde el Credo compuesto por los Apóstoles.

La Iglesia nos enseña como verdad revelada sobre la Virginidad:

  • La verdad absoluta y perpetua integridad corporal de la Virgen.
  • Su virginidad de alma, es decir, la plena y exclusiva unión esponsal de su alma con el Señor. Por lo que María, dice Pío IX, “es más santa que la santidad y sola santa y Purísima en el alma y en el cuerpo, que superó toda integridad y virginidad”.

Conoce más sobre este dogma mariano viendo el video que te presentamos. 

Próxima Fiesta Patronal de
María Siempre Virgen

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Horario

El comedor sirve comida gratuita de:

9:00 a.m. A 12:00 p.m.

Áreas de Servicio

Casa de María Siempre Virgen.

Ubicación

¿Por qué el día 8?

Haec dies, quam fecit Dominus (Salmo 117, 24). “Este es el día que hizo el Señor”; este día es la obra de Dios, el verdadero dies Domini, el dies Christi, el “día del Kyrios”, el día de Cristo”, Hijo de Dios, que pone fin a todos los días de este mundo terreno. Es el primero y el único de los días del nuevo mundo Divino. No es día primero en el sentido que a esto se da al hablar de la primera semana de la creación. Es más bien el octavo día, que sigue al séptimo, al sagrado sábado; sigue a este Sábado que coronó la obra de la creación con la Pascua de Cristo y dejo dormido al Verbo Creador hecho hombre en la paz del sepulcro. De la paz de la voluntad de Dios plenamente cumplida ya, surge la gloria de la nueva y eterna creación, del séptimo día brota el octavo; del sepulcro de Cristo surge Cristo glorificado, Señor de la Creación entera. Los Santos Padres consideraban como Santo el número ocho. Significa para ellos la purificación del pecado, cosa que venía prefigurada por la circuncisión al octavo día; quería significar también la perfección, ya que ocho son las bienaventuranzas que anuncia el Señor como suma de la perfección en la vida del cristiano. Pero, sobre, todo es el número de la Resurrección, la cual tuvo lugar al octavo día, después que la humanidad, durante los siete días anteriores a Cristo, se había manchado con innumerables pecados (véase S. Ambrosio: Al Salmo 118, pról. 2). Así, con el primer día de la semana, día que nos trajo la resurrección del Señor, nos viene el día octavo y último del mundo, día de la Pascua y del nuevo reino de Dios…Octavo con relación a los siete días del tiempo terreno ya transcurridos, pero primero y único en el nuevo orden eterno que comienza y que no conoce número ni tiempo.

Franqueado el número siete, que, desde el origen del mundo, dispone todo el tiempo terreno de acuerdo con la voluntad del Creador, este octavo día tiene vida propia y vida sobrenatural. Haec dies, quam fecit Dominius; Dios lo hizo, sacándolo del seno de la noche. Lo mismo que del Sepulcro de Cristo surge el hombre nuevo, así de la noche de Pascua nace el día pascual. Esto es lo que quería ya indicar Moisés al escribir: “Hubo tarde y mañana: día primero” (Génesis 1,5). No primero mañana, sino primero tarde; pues “las tinieblas cubrían el abismo”; y dijo Dios: “¡Haya luz!”. La creación prefiguraba la obra de la redención. En efecto, también Cristo resplandeció como luz en las tinieblas (Juan 1,5); a su muerte, “las tinieblas cubrieron toda la tierra” (Lucas 23, 44), pero las santas mujeres encontraron al resucitado “salido ya el sol” (Marcos 16, 2) con Espíritu profético Moisés al ver lo ya pasado, se fijaba en la creación del mundo temporal, y al ver lo futuro, consideraba el comienzo de la eternidad. Al describir el primer día de la creación, al principio del mundo, anunciaba conjuntamente el día futuro de la resurrección y de la vida eterna: Vespere et mane; dies unus, “la tarde y la mañana: un solo día”: y este día es Cristo, el Señor, la vida y la luz de los hombres. (Jn.1, 4)